LA PROFESIÓN DOCENTE Y EL FRACASO ESCOLAR

 A través del visionado del documental de 2010 Un pulso al fracaso, hemos podido observar por una parte la realidad de algunos alumnos que han terminado siendo victimas del fracaso escolar, y por otro la efectividad de algunas propuestas alternativas como la de la Fundación Tomillo para tratar de mejorar la atención educativa de este tipo de jóvenes.

En muchas ocasiones se tiende a centrar el problema dentro del fracaso escolar en el aspecto del contenido académico, en el "como se imparte" y "como lo percibe el estudiante". De esta manera destacan las propuestas orientadas hacia la adaptación del nivel al grupo de alumnos con problemas, creando clases compuestas por jóvenes potencialmente victimas del fracaso escolar. Sin embargo, detrás de cada caso de fracaso escolar nos encontramos con una situación familiar, personal, económica o social que supera las condiciones académicas de la persona. Si bien no es responsabilidad del centro educativo estándar tratar de atajar la situación personal de este tipo de alumnos, en muchos casos no es tenida en cuenta por los educadores ni entendida como el principal problema de esa persona.

Como parece demostrar la experiencia de la Fundación Tomillo, la intervención más allá de lo académico es crucial para tratar de remontar la educación de estos alumnos. Y es que, sin una base personal solida, el trabajo de instrucción puramente estudiantil siempre termina siendo infructífero. Centros como este ofrecen lo que podría ser la mejor alternativa para aquellas personas en riesgo de sufrir fracaso escolar, una planificación educativa acorde a su persona, teniendo en cuenta ante todo la situación anímica y psicológica del alumno, primera causa de la mala actitud ante los docentes y el resto de compañeros, y de la falta de autoestima a la hora de enfrentarse al fracaso académico.