EL LIBRO BLANCO DE LA PROFESIÓN DOCENTE

 

A través de la lectura del Libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar de 2015 y de la realización del test, surgen una serie de reflexiones que merece la pena comentar en estas líneas.

En primer lugar, acerca de la formación del profesorado, mantengo la postura de que el docente sale bien formado. Sin embargo, aunque adquiere las habilidades docentes necesarias para impartir una clase, está capacitado realmente para dar un número limitado de materias. Por lo tanto, en todas aquellas ocasiones en que se selecciona a un profesor para dar una materia que no es de su especialidad, se está realizando un trabajo de peor calidad en muchos sentidos. En el Libro Blanco se propone que la selección ha de preceder a la formación, pero yo no estoy tan seguro de ello. La existencia de unos estándares mínimos respecto a conocimientos, capacidades docentes u otro tipo de habilidades necesarias en el aula son los que deben marcar la diferencia en la selección del profesorado. Pero estas cualidades se adquieren tras la formación. No se puede tratar de seleccionar exclusivamente a aquellas personas con “vocación docente” antes de darles la posibilidad de desarrollar sus aptitudes.

Por último, querría destacar la propuesta que más me ha llamado la atención. Esta es la quinta, en la que se plantea la creación de un “Consejo Pedagógico de Estado”. Su principal valor desde mi punto de vista es que, en de su carácter más allá del consultivo, podría llegar a contribuir a establecer una línea de trabajo en educación a largo plazo independientemente de los cambios de gobierno que se produzcan a lo largo del tiempo.

 

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